Andaba por ahí…

La semana pasada tuve el placer de visitar varias zonas de mi hermoso país y créanme que la palabra “hermoso” no es para nada una metáfora. Sé que es difícil ser imparcial cuando se habla de lo propio, pero al César lo que es del César y este César sí que tiene cualidades únicas.

Mis vacaciones fueron cortas pero provechosas. Hice de todo un poco y por dicha disfrute la mayoría del tiempo en Arenal y La Fortuna de San Carlos.

Como de costumbre, no falto la parada obligatoria en el puesto de cajetas, semillas de marañón, queso palmito y confites de natilla. ¡Qué delicia!, el desayuno típico en una “sodita” del pueblo y unas cuantas fotos que constatan lo vivido.

La Fortuna y Arenal, son pueblos aun costarricenses, pero como diríamos, con una manita gringa, que a mi parecer más bien es manota. Esta puede ser un problema para muchos y si es lastimoso que haya sido necesaria la inversión extranjera, pero es una realidad para nada rara en nuestro país, así que no queda más que habituarse a ella.

El volcán, atractivo principal de la zona, como siempre se lucio con sus “hermosas”- si es que esta es la palabra - erupciones. Es inigualable el poder verlo tan cerca. Y es que aunque es bastante tímido, durante el día permite que los miles de turistas extranjeros y pocos nacionales lo observen.

Las aguas termales son excepcionales y totalmente recomendadas para cualquier persona. Es el lugar perfecto para relajarse a más no poder y hacerlo en medio de la naturaleza es aun mejor. Para la muestra un botón… las imágenes no me dejan mentir.





Por el pueblo de Arenal, ya en Guanacaste, no pasan los años y no para mal, ya que se mantiene fresco y prospero. Es un lugar tranquilo, de aquellos que en la ciudad no existen, donde el pueblo es de una cuadra y todos se conocen. La vista en este lugar es bastante única. ¡Sí! Es la increíblemente GRANDE laguna artificial que hace ya bastantes años se construyo.

Este fue sin duda un viaje provechoso, como lo dije antes, disfrute de la naturaleza y gente de mi país y una vez constate que este, el lugar donde vivimos, es único y maravilloso…



Andaba por ahí, no un “ahí” cualquiera y definitivamente vuelvo.