¿Qué hace Jose F. cuando esta aburrido?

Cuando estoy aburrido, tomo fotos de mi hermana y (con las recomendaciones e instrucciones de Caro Montero) la convierto en culebra… o al menos eso intento.

Hace cuatro meses descubrí el maravilloso Photoshop y desde entonces cada vez que tengo tiempo, trato de hace alguna locura con este programa. Es más que obvio que aprendí muy poco, pero bien dice el dicho: echando a perder se aprende.

Así que por el momento seguiré intentándolo… Esta es una de mis creaciones. ¡Sí! La de la culebra.


Por cierto, mi hermana no sabe nada, asi que si la conocen, prohibido comentarle sobre esto... ¿trato hecho?

¡Soy contribuyente!

Desde hace año y medio soy contribuyente. ¡Si! Desde hace año y medio, cada mes, la Caja Costarricense del Seguro Social toma un 9% de mi salario para entre otras cosas, supuestamente, cubrir los servicios de salud que eventualmente podría necesitar.

Hasta hace unos años, no entendía muy bien este proceso de contribución a cambio de servicios de salud, e inclusive podría asegurar que lo termine de entender hace unos cuantos días, cuando nuevamente después de mucho tiempo, necesite de los mismos.

Yo, como cualquier trabajador, cada mes retiraba mi orden patronal, pero a diferencia de muchos, no prestaba atención a las deducciones en mi salario y por supuesto no tenia conciencia de la cantidad de dinero que estas significaban. Es cierto, este es un grave error, pero a fin de cuentas no soluciona el problema por el que hoy escribo, es mas, lo empeora.

Estoy seguro de que esta es una queja común y posiblemente cada una de los asalariados en este país haya comentado sobre lo mismo, pero es que es imposible no hacerlo. Estamos hablando de dinero, por el que la mayoría trabaja fuertemente y por supuesto espera cada mes.

No soy experto en la materia, pero no me hace falta un doctorado para entender que si se paga, en este caso contribuye, por algo, solo se espera lo mejor y hasta la fecha, estoy seguro de que la empresa para la que laboro ha pagado cada mes.

Esta es la historia. Hace unos días, no estaba bien de salud, y aunque lo que me aquejaba era un simple resfriado, este me impidió asistir a trabajar y consecuentemente necesitaba una incapacidad.

Lo que haría cualquier persona en este caso, es precisamente, ir al centro de salud más cercano y pedirle al doctor a cargo que por favor lo examine, diagnostique y en este caso que expida una incapacidad. Suena simple ¿verdad? Pues me parece que no lo es.

Nunca antes había tenido un problema con la CCSS, o al menos uno como el que tuve. Desde pequeño tuve acceso a los servicios de salud públicos y aunque mi familia no acostumbraba a utilizarlos, no había problema con ellos. Inclusive, mas de una vez, fue necesario acudir a las facilidades quirúrgicas del mismo e igualmente no hubo problema.

Entonces no entiendo porque tuve problemas cuando simplemente necesitaba una incapacidad o inclusive un comprobante y unas pastillas.

A mi parecer, es bastante mas complejo y caro, en caso de que el dinero sea el problema, acceder a un servicio quirúrgico o a la realización de algún análisis especifico, pero con estos no hay inconveniente o tal vez tuve mucha suerte. Espero que el último no sea el caso.

Como es posible que haya visitado tres centros de salud distintos y que ninguno me haya podido ayudar. Por increíble que parezca, aunque ahora se que no lo es, así sucedió.

Los procedimientos de la CCSS indican que cuando uno esta enfermo debe asistir al centro de salud al que se esta inscrito y eso precisamente fue lo que hice, pero el doctor decidió no atenderme porque no había sacado cita con un día de anterioridad. ¡Como si fuera posible predecir que me iba a enfermar!

Siguiendo nuevamente los procedimientos, visite el siguiente centro de salud, el mismo que la CCSS ha denominado con centro de emergencia y nuevamente se repitió la historia. NADIE me brindo ayuda.

Y ahí iba José Fabio Cortés, con su enfermedad al hombro hacia el último centro de salud, en este caso, su única esperanza.

Como si no hubiera ya invertido bastante tiempo en búsqueda de algún remedio y la requerida incapacidad, tuve que esperar alrededor de 3 horas para ser atendido. ¿Para que? Para al final recibir la siguiente respuesta: “La incapacidad debe ser emitida por el centro de salud al que se encuentra inscrito y solo se dan en la mañana” ¡Que sorpresa!

En realidad para esa hora del día, esa no era para nada una sorpresa. Era de esperar que nuevamente y por tercera vez, recibiera una respuesta negativa; sin embargo, no tuve el coraje de quejarme y talvez esa es la actitud de la mayoría de personas que enfrenta esta situación, pero no los culpo, después de buscar una pastilla y una incapacidad por mas de 8 horas, ya no quedan ganas de reclamar.

Al final, me quede sin remedio y sin incapacidad. Tuve que utilizar los servicios de salud privados y prepararme para recibir una amonestación por faltar al trabajo injustificadamente. ¡Que injusticia! Lo único que hice fue ir de aquí a alla buscando que alguien me atendiera y mas importante respondiera, por esos 60,000 colones que mes a mes desde hace un año y medio me ROBAN.

¡Si! Cuando uno paga y no se recibe nada cambio, le están robando. Y que lastima que de eso viva la caja (en minúsculas porque no merece la mayúscula de un nombre propio).
Mejor dejo de revisar esa parte de mi orden patronal donde destacan mi contribución, como a ellos les gusta llamarlo, a los servicios de salud.

¡No está jalado del pelo!

Puede que este tema sea un poco trillado, pero nunca esta demás recordarme y recordarle a los demás, sobre la realidad del servicio al cliente en Costa Rica. ¡Y que realidad la que nos toca enfrentar!

Primero lo primero. Desde hace un año y medio, aparte de estudiar, laboro en una empresa transnacional, que provee servicio al cliente a personas en todo el mundo y en el momento que estas lo necesiten.

Debo admitir que aunque mi labor no es la más comprometedora, si requiere dedicación y sobre todo empatía. Ambas difíciles de conseguir, especialmente si el cliente al que se debe atender no está dentro de los parámetros que los calificarían como perfecto.

Y creo precisamente, que la falta de estos dos fundamentales ingredientes son el principal problema del servicio al cliente en nuestro país.

Sin importar la situación, cuando un cliente acude a un representante del servicio al cliente, siempre espera obtener un buen resultado dentro de un espacio de tiempo razonable y por supuesto la mejor disposición de esa persona que se encargara de velar por su bienestar.

Claro está, que no siempre será posible satisfacer al cliente, pero si existe siempre la manera de lograr que el mismo, al menos, sienta que el trato recibido fue el correcto y se mantuvo a la altura de sus necesidades.

Sin embargo, parece que en este país, sin ánimos de generalizar, ya que como siempre existen excepciones, la mayoría de negocios han olvidado que es gracias al cliente, que ellos pueden llevar un plato de comida a su mesa. Al menos, desde mi perspectiva profesional, así lo veo yo y encuentro que la analogía es bastante razonable.

Me remito a los hechos, por supuesto personales. Hace algunos días, visite el restaurante de comida rápida estadounidense más famoso del mundo, simplemente en busca, precisamente, de comida. Pero lamentablemente, además de la comida obtuve, como decimos los costarricenses, un típico colerón.

Simplemente, cuando me encontraba ordenando lo que deseaba comer, titubee un poco y esto fue más que necesario para recibir un descortés murmuro y modo de parte de la persona que me atendía.

Inmediatamente, y quiero hacer hincapié en esto, de manera cortes me referí a esta persona con una sencilla pregunta: ¿Hay algún problema, señorita? Y adivinen cual fue la respuesta. ¡Sí! Una espalda en lugar de unas simples palabras.

Puede que por mi corta edad o por suerte, pero esta fue mi primera mala experiencia con el servicio al cliente que se brinda en este país. Y estoy seguro que historias como esta, se pueden escuchar o leer como en esta caso, con mucha frecuencia.

Muchos me dirían delicado, pero creo que simplemente buscaba lo correcto o más bien el servicio correcto, que no está jalado del pelo. Como lo mencione antes, no es fácil ser dedicado y empático, especialmente si ese no es nuestro día pero no imposible y es aún más importante, necesario.

Los agentes de servicio al cliente son la cara de una empresa u organización y simplemente no puede ser posible que traten mal a un cliente. El respeto ante todo es una de las claves del éxito, que sin duda alguna es lo que cualquier empresa busca.

Muchas veces he escuchado que mis clientes, porque son míos debido al compromiso que tengo con ellos, dicen que prefieren una compañía o servicio del otro, por la atención que reciben y no podría estar más de acuerdo.

Son palabras cortas y simples pero sabias. Espero que muchos otros al igual que yo, podamos ponerlas en práctica.

Los años 20

No me refiero a los años 20 que hacen algunos cuantos años, valga la redundancia, vivió la humanidad, sino a los que acabo de empezar a vivir.

El pasado lunes 3 de agosto cumplí años y aunque mi día no estuvo para nada mal, debo admitir que me asusta un poco la idea de seguir creciendo.

No es que quiera ser como Peter Pan y su mundo del nunca jamás, aunque no estaría para nada mal, pero sé que con los años se ganan responsabilidades para las que según yo no estoy listo.

Y no me pregunten ¿qué tipo de responsabilidades? Porque ni yo mismo se.

A veces creo que es simplemente una paranoia creada de otras experiencias nada parecidas a la mía que me hacen tener miedo, si es que eso es lo que tengo.

Mejor dejo ese tema de lado… ya lo superare.
El día de mi cumpleaños, fue bastante tranquilo y al igual que muchos otros, incluyo trabajo, estudio y diversión. Disfrute con algunas personas muy pero muy cercanas de una deliciosa cena y un merecido pastel.

Por el momento solo puedo decir que soy una persona sumamente feliz, que disfruta de la vida. Me gusta mi trabajo, amo mi carrera y estoy obsesionado con The Beatles… jajajaja. ¡Es cierto!

Tengo muchos amigos que me apoyan y con los cuales comparto todos los días y no puedo olvidar a mi hermosa familia que siempre me acompaña.

¡Soy AFORTUNADO! Desde hace 20 años despierto en una cama, bajo un techo, con capacidad para moverme, pensar, hablar, escribir y amar. No puedo pedirle más a la vida, ya que para mi esto es mas que suficiente.


Espero que en 20 años más pueda continuar haciendo lo que hoy puedo hacer...

Redes Sociales

No hace mucho tiempo, los amigos y amigas se reunían en la esquina del barrio y ahí comentaban sobre lo que les había pasado en el día o sobre los nuevos proyectos que estaban por emprender, pero más importante, se podían ver frente a frente y tal vez de esa manera conocerse mejor.

Y digo no hace mucho, porque aún a mi corta edad puedo recordar haberlo visto. No era raro ver que los jovenes e inclusive adultos disfrutaran de esto e inclusive existían grupos que precisamente impulsaban la comunicación y las actividades entre jovenes.

Sin embargo, desde hace 3 años o tal vez menos, estas practicas han cambiado significativamente. ¿Para bien o para mal? No sé, eso al final de cuentas es cuestión de ideologías y gustos.

Yo, por mi parte, me incluyo en esta nueva era cambiante que lamentablemente olvidó el trato personal y en cambio utiliza una computadora, celular o cualquier otro dispositivo electrónico para comunicarse.

Hoy ya no acostumbramos a tomarnos un café acompañado de una buena y amena conversación, en cambio, compartimos videos, fotos, experiencias e inclusive felicitaciones de manera digital y un poco menos personal, creo yo.
Las redes sociales han acaparado a las nuevas generaciones y es casi imposible que un joven no sea parte de ellas.

De alguna manera, ya sea directa o indirecta, todos hemos estado en contacto con ellas e inclusive forman parte importante de nuestras vidas y ¿como no?, si ahí están nuestros amigos, si es que así se le pueden llamar.

Y es que estoy completamente seguro de que no tiene nada de malo el ser parte de estas redes, siempre y cuando sean utilizadas para lo que fueron creadas, pero el problema que encuentro, es precisamente, que estas son simplemente redes y no la realidad, que es otra cosa totalmente distinta.

No es para nada lo mismo charlar durante horas con otras persona que hacerlo por medio de un chat instantáneo, utilizando imágenes y abreviaciones casi imposibles de comprender, para comunicar como me siento o que estoy pensando.

Entiendo, que este sistema de comunicación instantáneo es bastante novedoso e inteligente, sobre todo porque nos permite estar al tanto de lo que sucede, aunque nos separen miles de kilómetros de distancia. De hecho ha sido implementados por noticieros famosos como CNN o la BCC, pero aun así, simplemente no es lo mismo.

A mi encanta disfrutar de esa comunicación directa, persona a persona, donde puedo compartir experiencias, pensamientos e inclusive muecas o expresiones con mi cuerpo y estas redes sociales no permiten hacerlo.

Lamentablemente, tampoco es posible compartir mi cultura y la de la gente que me rodea y ahí si que se pierde mucho. Esta mas que claro, que cada persona es mundo, es mas, yo diría que un universo entero, y por mas tecnología que posea, estoy seguro de que con las redes, muchas cosas de ese universo quedan en el aire.

Los procesos de comunicación son excepcionales y los únicos responsables de nuestro aprendizaje y solamente espero que no suceda igual que con el televisor, que hace mas de 50 años se metió en nuestras vidas y estropeo a aquel ser humano capaz de razonar.

Claro esta, que la tecnología continua avanzando, y no va a hacer falta mucho tiempo para que pueda compartir mis muecas por Internet. Solo espero que esta no sea la única manera de hacerlo.

PS: al lado derecho del blog, mi link de Facebook :D